Se vendieron obras que superaron los US$300.000, en plena crisis económica y en un tenso clima preelectoral; un fenómeno similar se produjo en otras ediciones de años inciertos
“Como el pote de helado cuando estás deprimido”. Así definió con humor una galerista el efecto que tiene arteba en tiempos de crisis. Sí, se compran obras buenas como “resguardo de valor”, reconoció al igual que el resto de sus colegas consultados. Pero también muchos opinaron que la feria, que este año recibió hasta hoy a más de 40.000 visitantes en el Centro Costa Salguero, funciona como un “refugio emocional” ante los problemas cotidianos.
“Hay que derribar el mito de que venimos acá a desconectarnos de la realidad. Venimos a nutrir otra parte, a conectarnos con otros estímulos como la poesía y la creatividad, que también forman parte de la realidad humana y son inspiradores”, señaló la galerista Nora Fisch, que terminó la feria con un buen balance de ventas.
Varias galerías tuvieron que recambiar las obras de sus stands el primer día y otras como Daniel Maman se demoraron más, pero valió la pena esperar. Este último confirmó ayer que vendió valiosas piezas de Luis Wells, Guillermo Kuitca, Fernando Botero, Antonio Berni, Luis Benedit y Alberto Heredia, por cifras que en varios casos superaron los 200.000 dólares -e incluso los 300.000- cada una. También Cosmocosa y Palatina vendieron trabajos de Berni, uno de los artistas argentinos más cotizados. Su legado también estuvo muy bien representado una vez más en la uruguaya Sur. Su director, Martín Castillo, se limitó a decir que fue “una buena feria”.
Dos expresidentes de arteba recordaron que el arte argentino es una muy buena inversión. “Hay obras de calidad excepcional a un precio en dólares bastante irrisorio. Tenemos un país desvalorizado, y la gente que tiene recursos aprovecha la oportunidad”, observó Jacobo Fiterman. Mientras que Facundo Gómez Minujín, experto en finanzas, agregó que “el arte es un refugio de valor y es muy económico en la Argentina. Las obras de los artistas más reconocidos aún siguen estando baratísimas respecto de cualquier otro mercado de América Latina”.
“La gente quiere un poco de sofisticación, un poco de alegría, un poco de calidad, y se encierra en ese mundo de pocos días a puertas cerradas, para olvidarse de todo lo que está pasando afuera”, agregó este último. También Joaquín Rodríguez, coleccionista y uno de los impulsores del Premio En Obra, opinó que “la feria es sobre todo un refugio emocional, donde uno se conecta con lo humano para volver recargado a los problemas cotidianos”.