Los especialistas destacan sus aportes a la vida cultural y a la internacionalización de Miami como destino artístico
La coleccionista de arte cubanoamericana Rosa de la Cruz murió este domingo a los 81 años mientras estaba al teléfono con su esposo, desde su casa de Key Biscayne, en Florida, por un tromboembolismo pulmonar masivo. La enfermedad que padecía desde hacía tiempo no había afectado ni su ánimo ni su afán por promocionar la cultura.
Rosa de la Cruz nació en La Habana, aunque siendo una niña pasó largas temporadas en la colonia La Esperanza, Sancti Spíritus, en una propiedad de su padre. Su experiencia vital da cuenta de una vida entregada al arte, una pasión heredada y potenciada en su vida adulta. Del lado de Carlos, su marido, no fue menor la pasión artística, incluso su madre atesoraba una pieza de Salvador Dalí que hoy se exhibe en el museo familiar, De la Cruz Collection.
La vida de la coleccionista cubana también atestigua el apego por su tierra natal. En 1955, siendo una adolescente en La Habana, Rosa conoció a quien pocos años después se convertiría en su compañero de vida. Ambos pertenecían a familias acaudaladas de la Cuba previa a la Revolución, con tierras e ingenios azucareros. Tras ser expoliadas, los clanes se exiliaron. Rosa y Carlos contrajeron matrimonio en 1962 y vivieron entre Filadelfia, Nueva York y Madrid, hasta que se trasladaron a Miami, en 1975. Rosa convivió 60 años con Carlos y tuvieron cinco hijos, que le dieron 17 nietos y seis bisnietos.
La prensa local de Miami destaca este lunes el aporte de Rosa de la Cruz a la vida cultural de la ciudad y a la internacionalización de Miami como destino artístico, donde su museo, que abrió sus puertas en 2009, en el exclusivo Miami Design District, funge como polo de atracción y punto de encuentro del arte contemporáneo.
Su colección reúne obras y piezas procedentes de diversos lugares del mundo, en especial de Europa y EE UU, pero no dejó de lado el arte latinoamericano
Su colección reúne obras y piezas procedentes de diversos lugares del mundo, en especial de Europa y EE UU, pero no dejó de lado el arte latinoamericano. A este respecto, Elvis Fuentes, director ejecutivo del Museo de Coral Gables, en conversación con 14ymedio, estima que el aporte más importante de Rosa, “además de su museo y su maravillosa colección, fue el de la internacionalización de Félix González-Torres, el artista cubanoamericano más importante de los últimos 40 o 50 años y a quien ella apoyó incondicionalmente, no solo en vida, también lo hizo después de que este falleciera en 1996. Rosa también se ocupó de visibilizar internacionalmente la obra de Ana Mendieta”.
La pieza que inició su camino como coleccionista fue Mirador de estrellas, del mexicano Rufino Tamayo. Inicialmente Rosa se iba a orientar a la creación de una gran colección de arte latinoamericano, pero terminó incluyendo todo el arte contemporáneo universal, con notable interés en la pintura alemana de posguerra.
Su colección reúne obras de Mark Bradford, Christopher Wool, Nate Lowman, Albert Oehlen, Sigmar Polke, Thomas Schutte, Christina Quarles, Tauba Auerbach, Su Su. Además de Eddie Arroyo, Consuelo Castañeda, Glenn Ligon, Wade Guyton, Wifredo Lam y Salvador Dalí, según indicó Alex Greenberger.
Wilfredo Cancio Isla, quien fue amigo cercano de la familia, destacó que De la Cruz canalizó su hacer como gestora cultural a través de la organización Moore Space y que se le debe la prestigiosa feria mundial Art Basel que tiene lugar en Miami Beach desde 2002, uno de los eventos que aporta notables dividendos a la ciudad.
Los De la Cruz construyeron su emporio económico Eagle Brands, corporación de distribución de cerveza y bebidas en Florida. Carlos preside actualmente CC1 Companies, conglomerado de distribución de Coca-Cola y otras bebidas en el Caribe.