La obra de Alberto Fuster

La obra de Alberto Fuster

Llega a Xalapa la obra de Alberto Fuster, una combinación del clásico europeo y raíces populares veracruzanas [Fotos]
En la Pinacoteca Diego Rivera son exhibidas 15 piezas, incluida la famosa “Mi abuela jarocha en traje de novia”

Maribel Sánchez

Por primera vez en la historia expositiva de Xalapa hay acceso a la obra de Alberto Fuster (1872-1922), pintor veracruzano reconocido como pieza clave en el simbolismo y modernismo latinoamericano.

Originario de Tlacotalpan, se formó en Europa mediante becas y mecenazgos, y aunque tuvo un fin trágico a los 50 años, su legado es reconocido en la actualidad como fundamental para entender la historia del arte nacional. En la Pinacoteca Diego Rivera son exhibidas 15 piezas, incluida la famosa “Mi abuela jarocha en traje de novia”.


Clásico europeo y raíces populares veracruzanas
En la exposición se puede descubrir a un creador que transitó entre el esplendor clásico europeo y las raíces populares veracruzanas.

La muestra reúne obras de colecciones nacionales y estatales, como parte de un esfuerzo por devolverle su lugar en la historia del arte mexicano, explican en la Pinacoteca ubicada en el centro histórico.


La vida y el arte de Alberto Fuster
A través de cédulas, un video documental y textos curatoriales, el público puede reconstruir la vida de Fuster: su infancia en Tlacotalpan, su formación en Europa y su regreso a América, donde intentó abrirse paso en Estados Unidos antes de morir en soledad, en Texas.

El texto de sala, escrito por Ana Sofía Lagunes Castillo, ofrece claves para entender la propuesta estética de Fuster, enmarcada dentro del simbolismo europeo que permeó las artes de finales del siglo XIX. El pintor utilizó el lenguaje visual para explorar la crisis espiritual de una humanidad fragmentada por la modernidad.
Su obra es descrita como rica en metáforas y figuras mitológicas, con tres ejes: una primera de influencia grecolatina, una segunda centrada en la iconografía cristiana y una última que celebra el folklore veracruzano. En cada fase, la técnica y la intención revelan un agudo sentido poético.

Piezas como Virgilio declamando, Los Rebeldes y Luzbel exhiben la inquietud filosófica que lo acercó a los escritores modernistas de su tiempo, como José Juan Tablada y Rubén M. Campos, quienes lo apodaron “el pintor-poeta”.

Entre las obras seleccionadas destacan también San Sebastián, Prometeo encadenado y Cristo crucificado, donde el cuerpo humano se convierte en símbolo de lucha, redención o condena. La espiritualidad y la sensualidad conviven en una tensión constante.
El tríptico Los Rebeldes, una de las piezas clave, propone una lectura metafísica del origen humano, con figuras que representan fuerzas creativas y destructivas. A través del simbolismo, Fuster invita al espectador a interrogarse sobre el destino de la humanidad.

Además de su destreza pictórica, la vida de Fuster fue marcada por una red de apoyos institucionales. Recibió becas del gobierno de Veracruz, del régimen porfirista y más tarde de Venustiano Carranza. También fue protegido por figuras como Teodoro Dehesa y Benjamín Hill.
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