Arte contra el racismo

Arte contra el racismo

El arte de Roberto Diago reivindica la herida de la esclavitud que aún perdura

Roberto Diago es un artista cubano muy prolífico y uno de los más destacados de su generación, que se ha convertido en uno de los máximos exponentes del arte afro-caribeño, con unas obras cargadas de cultura africana, el legado de los esclavos y con mucha denuncia contra el racismo. Después de exponer en la Fundación Clément en Martinica llega a París, a la Galería Vallois, con una serie de esculturas, cuadros e instalaciones.

Su estilo se asocia a menudo con el movimiento de Arte Povera de los años 60 en Italia, que usa materiales simples o reciclados por elección para criticar a la sociedad del consumo. El uso sin embargo de materiales brutos como el metal o la madera por parte de Diago (La Habana, 1971) tiene otra explicación.

Estudió en la Academia de Artes Plásticas San Alejandro. Forma parte de una generación de artistas que empezó su trayectoria con embargo y también con la caída del muro de Berlín. Eso tuvo como consecuencia una escasez de todo, también de materiales, lo que le llevó a reciclar para poder realizar sus obras.

“Después de graduarme se cayó el muro de Berlín. Había escasez de todo, de material, de comida. Y la cosa sigue parecida. No, no ha cambiado mucho. Y entonces mi obra se caracteriza por eso, empleo lo que me encuentro, porque había que crear sí o sí”, explica el artista.

En sus obras, está muy presente la esencia del esclavo en el hombre contemporáneo negro. Una esencia que reivindica en cada una de sus obras plásticas, esculturas e instalaciones.

 

“He tratado de recoger todo un criterio de una generación y expresarlo, sobre todo del negro en el mundo contemporáneo. Cómo esa esclavitud ha incidido hasta hoy y por qué. Eso me ha permitido un diálogo coherente con la gente y me he mantenido así, reciclando, incorporando textos históricos, cartas, documentos de esclavos en la obra, todo ese conjunto es lo que conforma mi trabajo’, afirma Diago, cuya vena artística le viene de familia, su abuelo era el pintor de vanguardia cubano Roberto Diago Querol (La Habana, 1920 - Madrid, 1955).

El artista cubano siempre ha denunciado el racismo aún imperante de manera muy frontal con mensajes escritos en sus obras como ‘Mi historia es la sangre’ o ‘Negro + negro = mierda’. Para Diago, ser negro en Cuba hoy en día es ser “un individuo que lucha por lo que quiere, que sufre, que se divierte. Es un fenómeno muy complejo”, confiesa el artista cuyo estilo se ha comparado al del neoyorquino Jean-Michel Basquiat.

Diago tiene un gran archivo de certificados de propiedad de esclavos que también usa en sus obras. “Me he dedicado un poco a encontrarlos en bibliotecas y con privados que venden sus documentos y los he comprado, se los doy a la gente para que los tenga en la mano. Las cartas de libertad son muy crudas, muy duras. No es lo mismo que te lo digan en una clase de historia a tenerlo en la mano. Es como tener un grillete. También tengo objetos de ese periodo y los pongo a interactuar en algunas de mis exposiciones”, explica el artista.

El queloide, la cicatriz eterna
Otra constante en la obra de Roberto Diago es el queloide, esa cicatriz gruesa que incorpora en sus obras para recordar la herida de la esclavitud en las personas negras. "Es una cicatriz que en el caso de la melanina de los negros es muy evidente. Por eso hay una expresión en Cuba que cuando alguien tiene esa especie de cicatriz, te dicen 'tienes de negro'. Lo empleo mucho, sobre todo en las esculturas, me permite dar un dibujo en una línea y las personas lo miran, preguntan y a partir de ahí empezamos a desarrollar un diálogo", dice.

Durante décadas trabajó más la pintura y las instalaciones a pesar de haberse formado como escultor en la Academia de Artes Plásticas San Alejandro. Desde hace un tiempo ha rescatado la escultura como medio de expresión. Algunos de sus bustos en bronce y madera se pueden admirar estos días en la Galería Vallois de París.

Unos bustos muy solemnes que generan una sensación de soledad y de recogimiento. "Trato de representar al individuo en esa precariedad que dejó la historia. Sólo con ojos y sin boca. Yo fragmento mucho mis trabajos, por ejemplo, uso pedazos de tela, como un hombre que se está formando por todas partes, con todos los pedazos que encuentra y queda como una pieza sólida, única, fuerte, que te reta", concluye el artista.