Artistas buscan proteger sus derechos de autor y sus carreras demandando a los fabricantes de herramientas de inteligencia artificial por daños y perjuicios
Las pinturas en acrílico y acuarela de Kelly McKernan son atrevidas y vibrantes, y a menudo presentan figuras femeninas en verdes, azules, rosas y morados brillantes. El estilo, en palabras de la artista, es surrealista, etéreo… aborda la incomodidad en el viaje humano. La palabra humano tiene una resonancia especial para McKernan en estos días. Aunque siempre ha sido un desafío ganarse la vida como artista visual (y la pandemia empeoró las cosas), McKernan ahora ve una amenaza existencial para los artistas proveniente de un medio que definitivamente no es humano: la inteligencia artificial (IA).
Ha pasado aproximadamente un año desde que McKernan, que se refiere a sí misma como elle, comenzó a notar imágenes en línea inquietantemente similares a su propio estilo que aparentemente se generaron al ingresar su nombre en un motor de inteligencia artificial.
McKernan, de 37 años, quien vive en Nashville y crea obras de arte e ilustraciones digitales, se enteró de que empresas estaban introduciendo obras de arte en sistemas de inteligencia artificial utilizados para entrenar a los generadores de imágenes, algo que alguna vez sonó como una extraña película de ciencia ficción, pero que ahora amenaza el sustento de los artistas en todo el mundo.
"La gente me etiquetaba en Twitter y yo respondía: ‘Oye, esto me hace sentir incómode (incómoda)’. No di mi consentimiento para que mi nombre o mi trabajo se usaran de esa manera’”, dijo la artista en una entrevista reciente, cuyo brillante cabello azul verdoso refleja su obra. “Incluso me comuniqué con algunas de estas compañías para decirles: ‘Oye, soy une pequeñe artiste (pequeña artista), sé que no estás pensando en mí en absoluto, pero sería genial si no usaras mi trabajo de esta manera’. Y, sonaron grillos, absolutamente nada”.
McKernan es ahora una de tres artistas que buscan proteger sus derechos de autor y sus carreras demandando a los fabricantes de herramientas de inteligencia artificial que pueden generar nuevas imágenes cuando se les ordena.
El caso espera una decisión de un juez federal de San Francisco, que ha expresado algunas dudas sobre si las empresas de inteligencia artificial están infringiendo los derechos de autor cuando analizan miles de millones de imágenes y escupen algo diferente.
“Aquí somos David contra Goliat”, expresó McKernan. “Al final del día, alguien se está beneficiando de mi trabajo. Ayer debía pagar el alquiler y me faltaban 200 dólares. Así de desesperadas están las cosas en este momento. Y simplemente no me siento bien”.
La demanda puede servir como un indicador temprano de lo difícil que será para todo tipo de creadores (actores de Hollywood, novelistas, músicos y programadores informáticos) impedir que los desarrolladores de inteligencia artificial se beneficien de lo que los humanos han creado.