La obra más cara que vendió Bogotá Auctions no es de Botero, sino de una mujer
En la última subasta del año se vendieron obras de Manzur y Obregón, entre más de 80 ofrecidas, pero quien más se terminó destacando fue la bogotana Olga Amaral
Este martes 21 de noviembre, la casa Bogotá Auctions realizó uno de los encuentros para compradores de arte más importantes de 2024 y la última presencial del año. La expectativa era grande, pues se pusieron a disposición obras de los grandes nombres del arte pictórico nacional, latinoamericano, moderno y contemporáneo.
Las obras (pinturas, esculturas y de artes plásticas) tuvieron gran acogida pues se trataba de un lote con creaciones de los artistas Fernando Botero, Alejandro Obregón, David Manzur, Beatriz González, Rómulo Rozo, Carlos Rojas, Eduard Ramírez Villamizar, Olga de Amaral, Fernell Franco, Guillermo Wiedemann, Marlene Hoffmann, Andrés de Santamaría y Emma Reyes, entre otros.
La subasta tenía obras que iban desde los $35 millones y otras que llegaban a los $400 millones
Fernando Botero sigue estando muy presente con una de las obras más costosas de la noche: el ‘Jarrón con flores’ pintado en 1956. Su precio de salida era de $250 millones, pero logró venderse por 420 millones. Sobre esta creación del maestro antioqueño, Alessandro Armato, director del departamento de arte de Bogotá Auctions explica: “Conocida por haber sido portada en el año de su creación de un número de la prestigiosa revista Lámpara, la obra refleja las peculiares búsquedas de Botero en torno al tema del volumen y se caracteriza por un colorismo intenso y una composición a la vez compleja y equilibrada”.
Una segunda obra de Botero también fue adquirida anoche: se trata de ‘Perfil’, que data de 1970 y que salió a venta por $8 millones, pero llegó a los $17 millones.
La primera sorpresa de la noche vino por cuenta del maestro David Manzur, pues una de sus obras ‘Nacimiento del pez’ de 1967, llegó a venderse por 110 millones, lo que no estaba tan claro en las cuentas de los organizadores y compradores.
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Otras piezas que salieron a puja con altos precios fueron las de Andrés de Santa María, ‘La roca de Sísifo’ ($150 millones), y ‘Carrera de caballos’ aunque sorpresivamente ninguna de las dos fue adquirida.
Por su parte, el maestro Eduardo Ramírez Villamizar, estaba disponible su creación ‘Relieve #2,1963’ con un precio de $70 millones, pero tampoco se adjudicó a interesado alguno. La que sí se fue en manos de un comprador fue una obra del colombo-español Alejandro Obregón. Su cuadro ‘Manglar’ fue vendido por $50 millones.
Otra de las sorpresas fue la pareja de cuadros de la bogotana Marlene Hoffmann ‘Cascada Espigas’ y ‘Estructura Espigas’ ambas de la década de los setenta. El par de creaciones de la artista, nacida en 1934, sorprendieron al ser vendidas cada una en 65 millones, aunque su precio de salida inicial era de 15 millones.
Artistas cuyas obras cotizaban alto eran las de Carlos Rojas, ‘La ventana del zapatero, de la serie Mutantes, 1993’ (con precio de salida en $50 millones y vendida en 80); la de Rómulo Rozo, ‘La música, 1925’ ($35 millones, no vendida). De Pedro Ruiz se adjudicó ‘Sin título’ para un comprador que pagó 31 millones por la obra. Y de Guillermo Wiedemann, [Mujer del Pacífico], fue vendida por 28 millones.
Sin embargo, la verdadera ganadora de la noche y quien arrebata el primer lugar a consagrados maestros como Botero, Obregón y Manzur fue la artista bogotana Olga Amaral. De ella son la primera y segunda obra más costosas en la noche de subastas de la casa Bogotá Auctions, en su último encuentro presencial para 2024.
Amaral se hizo un nombre en el mundo artístico latinoamericano con sus propuestas abstractas de gran escala confeccionadas con fibras recubiertas de pan de oro y plata. Sus dos icónicas creaciones —por las que se pujó hasta lograr un comprador vencedor— fueron Vestigio (1995) ofrecida por $220 millones, pero vendida por un precio de 600 millones de pesos. Y la primera —de lejos la más costosa— fue Espejo (2005), entregada a su feliz comprador por 650 millones de pesos. Tanto Vestigio como Espejo son dos icónicos textiles dorados, que evocan la centralidad del oro y el sol para las poblaciones prehispánicas.
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