El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires exhibe dos propuestas

El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires exhibe dos propuestas

El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires exhibe dos propuestas donde el arte abstracto geométrico es el gran protagonista, en una experiencia estética para estimular los sentidos

Sólo el trabajo que es producto de una compulsión interna puede tener significado espiritual”, decía Walter Gropius, arquitecto alemán y uno de los padres fundadores de la Escuela Bauhaus en los albores del siglo XX. Más de cien años después, es posible encontrar en esa frase, una plena actualidad en la muestra Obsceno del artista Pablo Siquier, en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires. Bajo la curaduría de Rodrigo Alonso, la exhibición presenta una selección de obras inéditas, en una oportunidad única de acercarse a la producción de uno de los referentes argentinos del arte geométrico. “Es una muestra de cuadros que no mostré antes. Son 13 piezas inéditas en Buenos Aires. Mi trabajo está muy alejado del cuerpo, es un trabajo mental y aquí, en Obsceno, mis obsesiones están desnudas, están mostradas de una manera sin filtros. El título apunta al proceso creativo y a la forma de trabajo, sin interferencias”, afirma Siquier, en diálogo con Infobae Cultura.

Esta propuesta convive con una selección de las nuevas obras adquiridas por el museo que pasarán a formar parte de su colección, también curada por Rodrigo Alonso. En esta exhibición, que busca poner de relevancia el carácter dinámico de la institución, se incluyen obras de los artistas Manuel Álvarez, Martha Boto, Inés Díaz Saubidet, Horacio García Rossi, Jorge Gervasi, Alejandro Gigli, Jorge Gumier Maier, Santiago Licata, María Elisa Luna, David Petroni, Martina Quesada, Cristina Schiavi y Guido Yannitto. “Es un conjunto de pinturas clásicas de extracción racionalista, en las cuales las líneas y las formas geométricas simples son la base de una investigación formal orientada a la construcción de estructuras visuales potentes, la producción de efectos ópticos y la exaltación de la energía del color. Realizadas entre las décadas de 1950 y 1970, son ejemplos de la consolidación de la abstracción racional que continúa las distintas propuestas concretas de los años previos”, afirma Alonso.
Volviendo a la obra de Siquier, ésta tiene su origen en la pantalla: se resuelve en la computadora con un trabajo de ensayo y error minucioso de combinaciones, hasta llegar al resultado deseado. “Resuelvo por sumar cosas y no por síntesis. Lo que es muy sintético es el sistema de representación”, cuenta el artista. Y agrega: “Mi trabajo está relacionado a la arquitectura, es un permanente comentario a la ciudad que recurre a la urbanización, a las fachadas de los edificios, a una cámara mirando desde arriba, ornamentos de decorados, manteles, es una mezcla de todo eso. La ciudad es el lugar donde todo ocurre, las cosas más hermosas y las más horrendas, ese quilombo que representan también son el origen de inequidades y cosas que no están bien”. Sin embargo, no existe una referencia directa que permita reconocer universalmente esos sentidos, sino que el registro de lo simbólico dependerá del lazo que se establezca con quien observa. En sus palabras, “las obras entablan un vínculo afectivo o emocional a través del recuerdo con sus historias particulares”.