Bocetos de dos murales en Bolivia

Bocetos de dos murales en Bolivia

Bolivia. Cultura. Alandia Pantoja, resucitado
El Museo Nacional de Arte exhibe obras de la recientemente adquirida colección del maestro, incluyendo bocetos de dos murales destruidos por la dictadura de Barrientos.

Noviembre de 1964. Falta un mes para que el club Bolívar descienda. El cine Tesla estrena la última de Brigitte Bardot, El reposo del guerrero. El matador de toros andaluz (y también actor) Enrique Vera salta a la arena del Olympic de San Pedro. René Barrientos, vicepresidente de Víctor Paz Estenssoro, da un golpe de estado apoyado por el comandante Alfredo Ovando Candia. A las tres semanas, el periódico católico Presencia —dirigido por Huáscar Cajías Kaufmann— “informa” con una foto en la tapa de la pronta eliminación de un mural de Miguel Alandia Pantoja de Palacio Quemado.

El pie de foto dice así: “Este es un detalle de mural que hace más tétrico aún al Palacio de Gobierno. Se debe a la inspiración (?) del pintor comunista Alandia Pantoja quien enseña en esa y en otras de sus obras diversas facetas de diversos muralistas mexicanos como ser Siqueiros, Diego de Rivera y Orozco que se encuentran por rara casualidad unidos en la brocha de Alandia. Este pintor que hoy vive en el extranjero trazó siniestramente algunos pasajes de la historia patria y los militares fueron vistos así por este artista que fue protegido por el MNR. Se nos ha informado que una piadosa mano de pintura blanca hará desaparecer estos brochazos monstruosos ya que decenas de militares que hoy gobiernan el país suben y bajan las escaleras del Palacio con los ojos cerrados”.

El mural tardará en ser eliminado siete meses. Había cosas más importantes que hacer (matar y torturar; y mirar para otro lado) que atentar contra la cultura. A finales de mayo de 1965, el presidente de la Junta Militar René Barrientos Ortuño ordena a los albañiles de palacio destrozar la obra y declara (por supuesto en el mismo periódico): “el mural ofendía a la Iglesia, al Ejército y a todos los valores de la vida nacional, un mural debe tener expresiones optimistas”. El dictador Barrientos había debutado como crítico de arte. El estilo grotesco y caricaturesco (Alandia Pantoja se inició como caricaturista en los 40), con el cual el maestro ridiculizaba a los generales gorilas, a los terratenientes y a los grandes empresarios explotadores capitalistas, no era definitivamente de su agrado y “gusto” artístico.

El colega de Presencia pregunta si ha sido una decisión personal o del Gobierno: “ha surgido del criterio unánime de todos cuantos venían a este Palacio y veían ese cuadro terrible. En su reemplazo se pintará una alegoría a la Libertad”. Barrientos era sarcástico.

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Agosto de 1965, cuatro meses después del atentado: Alandia Pantoja —uno de los fundadores de la Central Obrera Nacional, precursora de la COB— “vive en el extranjero”, que diría el director de Presencia. No se ha marchado de Bolivia por decisión propia, es uno de los principales dirigentes mineros y del POR (Partido Obrero Revolucionario). Y no es la primera vez que tendrá que partir al exilio para resguardar su vida y la de su familia (dispersa por medio mundo). Serán demasiadas veces las que tendrá que agarrar sus obras/lienzos y enrollarlas alrededor de su cuerpo (y de sus familiares directos) para salvar sus cuadros de la destrucción.

Alandia Pantoja escribe en aquel agosto del 65 una carta al director del semanario Marcha de Montevideo (donde está de paso) para denunciar la destrucción de su mural Historia de la mina (82 metros cuadrados en el “hall” principal de Palacio de Gobierno). Teme que otro de sus murales (Historia del) Parlamento Burgués (72 metros cuadrados en la escalinata del Palacio Legislativo) corra el mismo destino, así como los tres que están dentro del Museo a la Revolución Nacional en la plaza Villarroel: Lucha del pueblo por su Liberación, Reforma Educacional y Voto Universal (un total de 172 metros cuadrados).

El “Pintor de la Revolución” reclama solidaridad internacionalista para “condenar a nombre de los valores humanos del mundo el arrasamiento y destrucción de obras de arte, impunemente perpetrado por el régimen intolerante y totalitario de Bolivia, mi patria. La Junta Militar de Gobierno, presidida por los generales Barrientos Ortuño y Ovando Candia, ha consumado el insólito atropello con mis pinturas monumentales en la ciudad de La Paz. Estas obras que representaban momentos históricos de mi país, de las luchas de mi pueblo por alcanzar su libertad, han sido demolidas por la piqueta de los generales, que no querían que el pueblo viese reflejado su heroísmo y su historia en documentos pictóricos vivos”.

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