Una conversación sincera con Fernando Botero: revelando al maestro del volumen

Una conversación sincera con Fernando Botero: revelando al maestro del volumen

Entorno: Un estudio bañado por el sol en Mónaco, repleto de vibrantes lienzos y esculturas. Fernando Botero, un hombre gigante con un brillo en los ojos, se sienta frente a mí, con una humeante taza de café colombiano en la mano.

Ent.: Señor Botero, es un honor estar aquí. Tu arte ha cautivado al mundo durante décadas. La explosión de color, el volumen cautivador de sus figuras: ¿qué fue lo que inicialmente desencadenó este estilo ahora icónico?

Botero: (Recostándose con una carcajada) Todo empezó con una simple mandolina, lo creas o no. Como joven artista en Colombia, fui profundamente influenciado por los maestros italianos: su sensualidad, la forma en que imbuían la forma con esa vida. Una tarde, mientras dibujaba una mandolina, debí perderme en mis pensamientos. Cuando volví a mirar hacia abajo, la boca era minúscula, casi cómica. Pero todo el instrumento, debido a esta distorsión, parecía palpitar con una energía recién descubierta. ¡Fue una revelación! Me mostró el poder de manipular la escala y el volumen para crear un lenguaje visual completamente nuevo.

Ent.: Eso es fascinante. Pero algunos críticos tienen una interpretación más... literal de su estilo. Describen sus figuras como "gordas" o incluso "obesas". ¿Cómo responde usted a tales interpretaciones?

Botero: (Con un brillo pícaro en los ojos) ¡Ah, sí, la cuestión del volumen! Siempre genera una animada discusión. Permítanme decirlo de esta manera: mis cifras no se refieren al peso literal. Se trata de presencia, de ocupar el espacio con confianza y abrazar su sensualidad. Piensa en Rubens, en Goya: sus figuras están llenas de vida, rebosantes de energía, y esa es la esencia que busco en mi trabajo. No se trata de obesidad, se trata de celebrar la forma humana en toda su plenitud.

Int.: Eso tiene mucho sentido. Hay cierta alegría en tus pinturas, una celebración de la exuberancia de la vida. ¿Pero hay también un mensaje más profundo, un comentario social incrustado en su interior?

Botero: Absolutamente. Después de todo, el arte es un reflejo de la vida, y la vida está llena de contradicciones, de belleza y brutalidad coexistentes. Si bien algunas de mis pinturas pueden parecer caprichosas y divertidas, otras tratan temas muy serios. La serie "Abu Ghraib", por ejemplo, fue una respuesta visceral a los desgarradores acontecimientos ocurridos en esa prisión iraquí. El arte tiene la responsabilidad de dar testimonio, evocar emociones y provocar conversaciones.

Int.: Esa es una declaración poderosa. Mirando retrospectivamente su extraordinaria carrera, ¿qué logro le enorgullece más?

Botero: (Desciende un silencio pensativo) No se trata de logros ni elogios personales, de verdad. Lo que me produce la mayor satisfacción es la conexión que mi arte crea con la gente. Cuando alguien se detiene frente a un Botero y su rostro se ilumina de alegría, curiosidad o incluso enojo, esa es la máxima recompensa. El arte se nutre de provocar una reacción, de provocar un diálogo entre el artista y el espectador.
Int.: Y ciertamente usted ha iniciado un diálogo global. Su trabajo adorna museos de todo el mundo e incluso ha tenido el honor de esculpir una puerta para la Basílica de San Pedro. ¿Cómo surgió ese proyecto?

Botero: (Una amplia sonrisa) ¡Esa fue una experiencia verdaderamente única! El encargo provino del propio Papa Juan Pablo II, un hombre de gran visión y aprecio por las artes. Quería una puerta que reflejara la alegría y la inclusión de la fe católica. La escultura de bronce resultante, "La Puerta del Perdón", representa un grupo de palomas (símbolos de paz y esperanza) saliendo de un arco. Fue un privilegio contribuir a un sitio tan histórico.

Int.: Más allá de los grandes museos y las comisiones religiosas, su arte parece conectar con la gente a un nivel muy personal. ¿Es eso algo por lo que te esfuerzas?

Botero: Absolutamente. El arte, en esencia, tiene que ver con la conexión humana. Se trata de capturar la esencia de lo que significa estar vivo, amar, sufrir, soñar. Cuando alguien ve una pieza mía y siente una sensación de reconocimiento, una conexión con sus propias experiencias, es cuando el arte trasciende lo físico y se convierte en algo verdaderamente profundo.

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Fernando Botero

Fernando Botero

By LatAm ARTE

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