Inteligencia artificial: ¿arte, artista o medio? 1

La inteligencia artificial generativa nos pone ante un debate que sacude a todo el sector creativo
Es posible decir que el arte siempre ha recurrido a la tecnología para materializarse en el mundo. La expresión de un artista puede ser posible a través de un pincel, una gubia, un material orgánico o una computadora.

Sin embargo, la relación entre arte y tecnología genera debates sobre sus límites en cada nuevo lenguaje, así como la fotografía sacudió el panorama artístico en el siglo XIX, la llegada de las Inteligencias Artificiales generativas, como ChatGPT, Midjourney y Dall-Y mueve las polémicas de la actualidad.

Se trata de herramientas que generan imágenes a partir de textos u otras imágenes y nos sitúan ante un momento de la historia del arte en el que la tecnología no aparece sólo como una extensión del cuerpo sino que actúa como cognición del artista, concentra el proceso creativo, y por eso estremece a los artistas, al mercado, a los investigadores y al público.

La Inteligencia Artificial (IA) es el campo de la ciencia que estudia, desarrolla y emplea máquinas para realizar actividades humanas de forma autónoma. A pesar de aparecer con fuerza en los últimos años por haber impactado en diversos sectores de la sociedad y cambiado el funcionamiento de innumerables empresas, sus estudios se remontan a los años cincuenta.

La infiltración definitiva de la Inteligencia Artificial en el circuito artístico se produjo en 2018, año en el que se vendió el primer arte con IA por 432 mil dólares en la reconocida casa de subastas inglesa Christie's. Los responsables del trabajo fueron el colectivo parisino OBVIOUS, que reúne a tres investigadores, artistas y amigos interesados en explorar el potencial creativo de la inteligencia artificial.

Edmond de Belamy (2018) fue la obra subastada, y es el último de once retratos que se realizaron para la serie La Famille de Belamy, el árbol genealógico de una familia ficticia de estética clásica europea.

Para crear este y los otros diez retratos, se alimentó un algoritmo con datos de imágenes de otras obras de arte y retratos existentes -creados por humanos y tecnologías analógicas- y luego se entrenó la máquina para crear nuevas imágenes a partir de la asociación de estos datos. Hay cinco pasos de creación: seleccionar el tema, curación de datos, construir el algoritmo, seleccionar la salida, es decir, cómo se debe construir la imagen, en este caso, como un retrato y seleccionar el medio.
Con este caso ya es posible observar algunos puntos de discusión. Con base en estos cinco pasos para crear la imagen, se puede ver que aunque la máquina tenga cierta autonomía, todavía necesita ayuda humana en la mayoría de las etapas del proceso.

El artista Bruno Moreschi, en entrevista con el periódico de la Universidad Católica de Pernambuco (2020), también señala un problema de sesgo, muchas veces atribuimos neutralidad a la tecnología, sin embargo, “al inicio de la IA teníamos mucha gente con diferentes ideologías y opiniones catalogan estas imágenes. Indirectamente, todas las etiquetas, en algunos casos, fueron interpretadas por personas en condiciones laborales precarias. El campo de la imagen contemporánea pasa por esa mediación de un trabajador remoto, que dice si esto es arte o no, si es importante o no, si es violento o no o incluso si es pornográfico o no. (…)”.

También tenemos un problema de autoría, al fin y al cabo ¿quién es el responsable: el colectivo que entrenó el algoritmo? ¿El algoritmo? ¿Los programadores? En el caso del retrato, en lugar del nombre del artista estaba la firma y la ecuación que se utilizó para generarlo.
El problema de la autoría involucra también las imágenes utilizadas en el proceso de creación, un debate ético y legal. Las artistas Sarah Andersen, Kelly McKernan y Karla Ortiz presentaron este año una demanda colectiva en Estados Unidos contra Stability AI, Midjourney y Deviant Art porque sus obras fueron utilizadas para entrenar robots sin sus respectivas autorizaciones.

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