El simple hecho de despertarnos cada mañana nos pone en contacto directo con el arte. Hay arte en la cama en la que dormimos, en el pijama que usamos, en el tubo de pasta de dientes, en el propio cepillo de dientes. Hay arte en la ropa que elegimos usar, en la taza que usamos para tomar café y hasta en el pan que comemos.
Cuando vemos televisión nos topamos con diversos lenguajes artísticos: publicidad, telenovelas, películas, etc. Cuando encendemos la radio también tenemos contacto con lenguajes artísticos, como la música, por ejemplo. Y hablando de música, ¿quién no se ha encontrado alguna vez tarareando o silbando una canción? ¿Quién no se ha encontrado nunca bailando al ritmo de algún ritmo? ¿Quién nunca se ha conmovido al escuchar una hermosa canción?
Nos encontramos con arte en las calles, todos los días, en la arquitectura de edificios, plazas y jardines. En vallas publicitarias, en páginas de periódicos, en libros y revistas. Dondequiera que miremos, si miramos lo suficientemente de cerca, vemos arte.
Si el arte está en todas partes, si es una forma del hombre de expresarse y si tenemos contacto con el arte todo el tiempo, entonces el arte está mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos. Por tanto, el arte no es un privilegio de los artistas, sino un instrumento al alcance de todo aquel que quiera utilizarlo para expresarse.
Pintura, dibujo, escultura, música, teatro, danza, cine, fotografía, literatura, artesanía, moda, cocina, publicidad, etc, etc y etc... Son todos los lenguajes artísticos a disposición del hombre, creados por el propio hombre. y en beneficio del hombre mismo.
Y como dice el refrán: “Si Dios nos dio pan como alimento para el cuerpo, nos dio el arte como alimento para el alma”.