Ángel de la Calle: “La obra más importante de arte contemporáneo del siglo XX son las Madres de Plaza de Mayo”
La novela gráfica ‘Pinturas de guerra’, firmada por Ángel de la Calle, recrea las experiencias artísticas y armadas que, desde el exilio, sobrevivieron al horror de las dictaduras militares latinoamericanas. Esta primavera ha vuelto a las librerías.
Fascinado por la actriz Jean Seberg desde niño, incluso desde antes de poder ver Al final de la escapada, y preocupado por la noción de verdad que rige en las sociedades contemporáneas —“mentira la mentira, mentira la verdad”, como cantaba Manu Chao—, el guionista, ilustrador y especialista en cómic Ángel de la Calle (Molinillo de la Sierra, 1958) logró condensar esas dos fijaciones en la novela gráfica Pinturas de guerra, publicada originalmente en 2017 y reeditada esta primavera por Garbuix Books, añadiendo además otros intereses para dar forma a una historia de historias, situada en el tiempo pero con mirada universal. Sus páginas retratan la violencia de la vida bajo una dictadura y las distintas resistencias que se pueden ofrecer, también desde la creación artística.
Bajo la figura de un trasunto suyo que, gracias a una herencia, viaja a París a finales de los años 70 para escribir un libro sobre la vida de Jean Seberg, De la Calle propone un relato por momentos escalofriante —las páginas sobre la tortura en Chile—, reflexivo —los diálogos en torno a la relación del arte y la militancia política—, y tan didáctico como un documento histórico pero sin perder la vena ficticia, con esas impagables apariciones de Juan Goytisolo y Guy Debord.
El Ángel de la Calle personaje se encuentra en la capital francesa con un grupúsculo de artistas latinoamericanos exiliados que forman un movimiento —el autorrealismo—, cuyas acciones consisten en pegar carteles con sus retratos, aunque detrás haya muchas otras cosas —la lucha armada, la represión contra la disidencia— que emergen a la superficie viajando atrás y adelante en la línea temporal de la historia.
Además del acercamiento al exilio y las resistencias políticas a las dictaduras en América Latina, en Pinturas de guerra, obra muy ambiciosa, el Ángel de la Calle autor rinde tributo a películas, novelas y corrientes artísticas relevantes durante la segunda mitad del siglo. “Los años 60 y 70 son los mejores en cuanto a creación cultural”, asegura el autor. Este título se trata de su segundo trabajo en formato de novela gráfica. Entre 2003 y 2005 publicó Modotti, una mujer del siglo XX, una biografía de la fotógrafa Tina Modotti. Previamente, muchos años antes, De la Calle había debutado en las páginas de la revista Star, nombre fundamental de la cultura en España durante los últimos coletazos de la dictadura franquista, que la mantendría cerrada un año entero. Allí aprendió, recuerda ahora, lo que no debía hacer. De la Calle también dirigió el festival Semana Negra de Gijón hasta la edición de 2023.
Pinturas de guerra me recordó en un principio a la película Soñadores, de Bertolucci, pero luego he pensado que no es un buen referente, que de hecho es casi lo opuesto.
Bertolucci me encanta, Novecento me parece magistral y El último tango en París es emblemática, aunque tiene más que ver con el libro que estoy haciendo ahora, que pasa en la Transición, que con este. El libro cuenta sus referentes directos, que son Rayuela y El hombre en el castillo, de Philip K. Dick. Es un libro que habla de la cultura de los años 60 y 70, igual que el anterior hablaba de la cultura de los años 20 y 30, y está lleno de homenajes literarios y artísticos. El primer capítulo es un homenaje a Pedro Lemebel leído por Roberto Bolaños. Los personajes de Pinturas de guerra son reales, pero casi todos tienen los nombres cambiados.
Y la referencia cinematográfica es evidente: el homenaje es a Al final de la escapada, de Godard. Está Jean Seberg, el personaje tiene puesto el cartel. Adoré esa película antes de verla porque con 15 años no la habría podido ver en el caso de que la hubieran echado aquí porque era para mayores de 18.
Bertolucci y la mayor parte de su cine, hasta La tragedia de un hombre ridículo que es “no sabemos nada de lo que está pasando con el terrorismo pero algo hay que hacer”, me parecen un ejercicio interesante.
También hay algo de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño.
Sí, absolutamente. La que me parece la mejor novela suya es Estrella distante. Bolaño era un tipo de copia-pega genial, todo lo que hay está cogido de algún lado y maravillosamente tratado, pero escribía fenomenalmente, me parece mejor escritor que novelista.
La idea es anterior, es Rayuela en el sentido de que los protagonistas sean varios, no solo uno, y esos prejuicios típicos de que la novela burguesa tiene un único protagonista, la cosa coral. Pero creo que me fijo más en la novela latinoamericana del boom, la que influyó a Bolaño, que me parece excepcional.