El arte permite que las historias locales vayan más allá de las fronteras y deconstruyan historias nacionalistas. Lea el reportaje en la nueva edición de Ciência & Cultura
En la exposición “Exiliados, Escombros, Resistencia” de Marcelo Brodsky en el Museo Judío de São Paulo, el arte se utiliza como medio de reflexión sobre la memoria, la violencia y la resistencia. El fotógrafo argentino, además de registrar imágenes, realiza intervenciones en las fotografías, cuestionando la narrativa única de América Latina y promoviendo una narrativa más diversa e inclusiva. La exposición aborda temas como las dictaduras en América Latina en la década de 1960 y destaca la importancia del arte en la deconstrucción de narrativas conservadoras. La capacidad del arte para permitir que las historias locales traspasen fronteras y deconstruyan nacionalismos es discutida en un reportaje de la nueva edición de la revista Ciência & Cultura, cuyo tema es “América Latina: Integración y Democracia”.
“El arte es algo muy serio. No es casualidad que todos los regímenes autoritarios lo censuren. Basta recordar el revuelo racista negacionista que marcó a la Fundación Cultural Palmares entre 2019-2022, en un verdadero intento de borrar la cultura afrodescendiente en Brasil”, señala Márcio Seligmann-Silva, curador de la exposición y profesor del Instituto de Estudios del Lenguaje. en la Unicamp. Para él, en la exposición se analiza el proceso de colonización y la imposición del pensamiento europeo a otras culturas, mostrando cuántas lenguas, tradiciones e historias fueron borradas.
La exposición también destaca la necesidad de una cultura del testimonio, en la que los artistas compartan sus historias y experiencias, promoviendo una identificación positiva y ampliando nuestra comprensión del arte y la cultura. Además, enfatiza la importancia de valorar las lenguas y conocimientos indígenas y afrodescendientes para preservar la diversidad cultural y enfrentar los desafíos contemporáneos, como la preservación de la Amazonía.
La exposición y discusión de Brodsky sobre la cultura del testimonio tiene el potencial de desafiar las narrativas nacionalistas y homogéneas, promoviendo una comprensión más profunda de las identidades culturales e históricas latinoamericanas. “El arte es responsable de crear espacios de convergencia y ese espacio no necesita ser consensuado, al contrario, puede expresar opiniones contrapuestas, estimulando debates y generando provocaciones”, señala Maria de Fátima Morethy Couto, profesora del Instituto de Artes de la Unicamp .
Para Andrea Califano, profesora del Programa de Postgrado en Relaciones Internacionales (PPGRI) de la Universidad Federal de Bahía (Ufba), necesitamos una defensa que se base en las especificidades históricas y culturales de la región -que incluya lenguas y expresiones artísticas-. . “Es una defensa de los derechos humanos que implica el reconocimiento de sujetos históricos que fueron brutalmente sojuzgados en el proceso de constitución de Estados nacionales dependientes de los centros del sistema capitalista mundial. Y este es un proceso histórico propio de todos los países de la región”, señala.
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