Fotografía e Inteligencia Artificial

Fotografía e Inteligencia Artificial

¿Estamos frente al fin de la fotografía, ahora sí? ¿Las imágenes generativas suplantarán a las fotografías y a todas sus funciones? Estas son sólo algunas preguntas que nos plantea la inevitable irrupción de la IA en todos los ámbitos de nuestra vida

Merece la pena recordar que la fotografía, desde su surgimiento hacia 1827, ha experimentado una constante evolución en su naturaleza técnica. Basta con recordar algunos de sus nombres iniciales: papel salado, heliografía, daguerrotipo, calotipo, ambrotipo, ferrotipo, albúmina, cianotipo, platinotipo, colodión, gelatino-bromuro. Estos nombres reflejan una historia marcada por la innovación y el cambio continuo en el proceso fotográfico. Desde entonces, hemos presenciado saltos cuánticos tecnológicos con la introducción de los respaldos digitales y la actual incorporación de la IA. La existencia de la fotografía ha estado marcada por significativos cambios en su proceso de obtención, los que han trastocado su naturaleza técnica y discursiva de manera ininterrumpida en menos de 200 años.

En nuestros días, ante la invasión de la IA en todo proceso técnico y cultural, explotan algunas preguntas que conciernen al presente y futuro de la fotografía, entendida como instrumento de expresión, discurso sobre la realidad, representación y documentación.

Cabe preguntarse: ¿Es el fin de la fotografía (ahora sí)? ¿Las imágenes generativas suplantarán a las fotografías y sus funciones, todas? ¿Nos veremos envueltos en una retórica visual banal y vacía regurgitada por los programas de imagen generativa? ¿La imagen generativa alcanzará el valor documental de la fotografía? ¿Estamos ante el final de la imaginación creativa y la originalidad (humanas)? ¿Se podrán hacer fotos sin luz, no es ésto un contrasentido?

Recuerdo aquel estéril debate sobre si habíamos llegado al fin de la fotografía ante la llegada del respaldo digital, que se extendió casi una década hacia los años 90. ¿Estamos ante un nuevo debate estéril? Será, como dice Scott Gray (fundador y CEO del World Photography Awards -WPO-Sony), quien a pregunta expresa sobre cómo afronta el concurso la llegada de la IA, me contestó: “La foto es foto y la IA es IA”. ¿Será tan sencillo?

No olvidemos lo sucedido con la imagen de Boris Eldagsen quien ganó el premio en la categoría Creatividad, en el mismo WPO-Sony, con la imagen, considerada por el concurso como fotografía, titulada Pseudomnesia: The Electrician, y descrita por Bing como “una exploración intrigante de la intersección entre la creatividad humana y la tecnología de inteligencia artificial en el mundo del arte fotográfico” (Bing, 2024).
Boris Eldagsen. Pseudomnesia: The Electrician, 2023.

La imagen de Boris Eldagsen revela el potencial de la IA para generar imágenes que parecen fotografías, y abre el horizonte, la caja (negra) de Pandora, de lo posible en la representación figurativa o abstracta, de función documental, informativa o artística, de no ficción y de ficción de la imagen generativa.

Esto reconfigura (como se han reconfigurado a lo largo de la historia) los valores de interpretación que tenemos sobre las imágenes. De igual forma, impone una resignificación de los valores potenciales de la fotografía como representación de hechos y realidades, la necesidad de nuevos pactos sociales de lectura y un nuevo papel de la imagen en la construcción de la memoria humana, y lo que conlleva en cuanto a la configuración de las identidades.

Museos y galerías reciben progresivamente más obras “fotográficas” realizadas con inteligencia artificial. Cabe recordar en la obra de Rogelio Séptimo, Exhumar la memor.IA, ganadora del Premio de Adquisición de la XX Bienal de Fotografía en 2023. En esta obra, el autor recrea algunas imágenes de un archivo fotográfico que nunca existió, combinado fotografía analógica y software generativo, conformando una memoria individual y colectiva.
En este confuso momento, en donde la IA comienza a dominar el escenario, la fotografía experimenta un acelerado proceso de hibridación que presenta rasgos de continuidad y de ruptura respecto a sus procesos y discursos anteriores, tanto analógicos como digitales.

Algunos rasgos de continuidad de la fotografía en las imágenes generativas están básicamente relacionados con lo discursivo y narrativo, con la forma que adquiere la representación visual. La IA es, en este nivel, una máquina de remediación de formas que ya existen. Es también, una simulación de las formas que crea la luz al registrarse en un soporte fotográfico. Pero la IA no trabaja con la luz, trabaja con datos (machine learning y deep leaning) y es aleatoria, predictiva, estocástica, y estadística.
Algunos rasgos de ruptura residen justamente en que la IA no trabaja con la luz ni el espacio, no es referencial. Al trabajar mediante órdenes de texto o voz (prompts), requiere aún de un operador humano, pero sintetiza las imágenes a partir de bases de datos masivas. Es verdad que un porcentaje muy alto de lo que hace un sistema de IA depende de decisiones humanas. Pero también es cierto que estas máquinas están dotadas de un índice de indeterminación que les da un creciente margen de aprendizaje autónomo.

¿Qué nos queda por delante? Sin duda, tendremos que afrontar los cambios que la IA nos pondrá por delante en cuanto a los valores que atribuimos a la fotografía. El único camino posible será iniciar un proceso de alfabetización sobre la IA y su impacto en la cultura de la representación visual. Deberemos reaprender a consumir y producir fotografías, que ahora estarán todavía más cercanas al simple y complejo estatuto de las imágenes.
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