Historias de arte en la Edad Media

Historias de arte en la Edad Media

La Edad Media todavía se asocia principalmente con la violencia y el oscurantismo, pero es injusto reducirla a eso: en este período se produjeron obras preciosas, algunas de ellas parte de la colección de Calouste Gulbenkian.

No es raro que se haga referencia a la Edad Media como la Edad Media. Particularmente en la cultura popular, este período de la historia sigue asociado con la violencia y el oscurantismo. Pero se trata de una asociación injusta –o una generalización, si se prefiere–: la Edad Media se extiende desde el siglo V al XV, entre las caídas de los Imperios Romanos de Occidente y de Oriente. En ese período de tiempo ha pasado mucho. Y no todo fue violento u oscuro.

Es cierto que las grandes migraciones, también llamadas “invasiones bárbaras”, que iniciaron la Edad Media, provocaron un fenómeno de ruralización, coincidiendo con la decadencia de las ciudades, la retracción del comercio y la degradación de grandes estructuras públicas como las carreteras, puentes y acueductos.

Pero no fue necesario esperar hasta el siglo XV para que se produjera un renacimiento (que no debe confundirse con el Renacimiento). Incluso hubo varios resurgimientos de la importancia de las ciudades a partir del siglo XI, cuando comenzaron a surgir las primeras universidades europeas: Bolonia en 1088, París hacia 1150, Oxford en 1167, Salamanca en 1218 y Coimbra en 1288.

Al contemplar el arte producido en la Edad Media, la generalización antes mencionada pierde aún más significado. Es, por ejemplo, del siglo. XIII el precioso pergamino del Apocalipsis, donde se utiliza pan de oro y plata, y pintura al temple sobre pergamino. Es uno de los tres únicos ejemplares que se ejecutaron en Inglaterra entre 1260 y 1275. Formaba parte del patrimonio del importante coleccionista británico Henry Yates Thompson y fue adquirido por Calouste Gulbenkian en 1920.

Otra obra de la Colección del Fundador del Museo Calouste Gulbenkian que data de la Edad Media es el Libro de Horas de Margarida de Cleves, de 1395-1400. Este tipo de libro estaba destinado al culto privado, con textos ilustrados por miniaturas a página completa. Destaca por incluir una representación de la propia Margarita de Cleves, esposa del duque Alberto de Baviera, en oración ante la Virgen y el Niño, estableciendo así un raro vínculo entre el mundo profano y el divino.

El arte religioso fue el que mejor sobrevivió al paso del tiempo y a las transformaciones políticas. Tenía, en su momento, una función mayor que la de servir de reflexión o celebración: era un agente de la historia, enseñando la doctrina a través de imágenes. Ejemplo de ello es otra obra de la Colección, ésta adquirida por Gulbenkian en París en 1918: se trata de un díptico en hojas de marfil con escenas de la Pasión de Cristo que tenía una función catequética: equivale, en esencia, a una Pequeño libro ilustrado, tal es el detalle y refinamiento con el que fue ejecutado.

Díptico con Escenas de la Vida y Pasión de Cristo. París, c. 1350-1375. Marfil. Museo Calouste Gulbenkian. Foto – Catarina Gomes Ferreira

El uso del marfil también revela que, contrariamente a lo que muchos piensan, Europa no estaba cerrada sobre sí misma durante este período. Por el contrario, siempre mantuvo contactos comerciales, religiosos, diplomáticos y militares con los pueblos del Mediterráneo e incluso del Lejano Oriente. Desde estos lugares no sólo llegaban mercancías al continente, sino también relatos de viajeros –como Marco Polo– que difundieron diferentes ideas y hábitos culturales.

El resurgimiento de la Edad Media se produjo en el siglo XIX, en la época de la revolución industrial y la revolución liberal, en la que se recuperó y revalorizó el estilo gótico a través de la restauración de algunos de los grandes monumentos medievales de Europa -aquí la acción de algunos artistas y arquitectos de la época como el francés Eugène Viollet-le-Duc, William Morris o el catalán Antoni Gaudí.

Aún hoy es común encontrar reproducciones de la rica imaginería medieval en el cine y la literatura, siendo los ejemplos más flagrantes y mediáticos las sagas de El Señor de los Anillos y Juego de Tronos. Es decir, sí, hubo mucha violencia y oscurantismo en la Edad Media, pero como demuestra el arte, también hubo mucho más que eso.