Si hay algo que busco sin saber dónde encontrarlo es la única verdad que cuenta: la que nos debemos a nosotros mismos. Mi trabajo trata sobre nuestra condición humana, nuestras preguntas y la valentía para afrontarlas. No me parecía otro camino posible que el de la sinceridad en primer grado, había que ser esencial, obvio, y mis piezas están desnudas hasta el punto de traducir una dura verdad existencial. Dejo solo lo necesario para la pregunta que hago. Pero si la sustancia es pesada, la forma es ligera, cruda y sencilla. Entonces, si la vida quita lo superficial para parecernos cruda y cruel, yo quito astillas de madera para dejar que lo material exprese su verdad. Allí están escritos los errores, los golpes de espada, los que nos moldean. Elimino lo que sobra hasta que nuestros ojos ya no puedan ignorar la pregunta formulada. Y la pieza ha terminado. Para mi sorpresa, me parece entonces que la verdad desnuda es poesía.