El arte contemporáneo, como el resto de disciplinas y facetas de la sociedad, quedó eminentemente paralizado con el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Pero después resurgió, salió a la superficie con fuerza y con energías renovadas. Fue así como surgieron las segundas vanguardias: el expresionismo abstracto americano o el arte minimalista. La creación artística pasó a ser un objeto de consumo y el coleccionismo se disparó. Y en ese contexto, mentes y pinceles como los de Andy Warhol comenzaron a brillar.
Las consideradas artes menores, como el cómic, la ilustración o el diseño gráfico dejaron de serlo y pasaron a convertirse en objetos de culto y de masas. El arte pasó a ser pop y comenzó a llamarse pop art. Y Andy Warhol se convirtió en una estrella como las de rock; incluso ilustró portadas de los discos de algunas de ellas: diseñó el célebre plátano que decoró el no menos recordado álbum de The Velvet Underground.
Quizá esta corriente sea una de las que ha acumulado mayor trascendencia, pues sus ecos se escuchan aún hoy en otras disciplinas, como la fotografía. Solo hay que contemplar la serie que Piepaolo Ferrari disparó para la plataforma crear/sin/prisa de Cervezas Alhambra para comprobarlo: son pura reminiscencia pop.