En nuestra América Latina percibimos y comprobamos una situación de inercia, de inacción en el actual desarrollo de las artes –particularmente de las artes plásticas– en donde se aprecia una contraposición notable frente a lo que ejecutaron sus autores en otras sociedades del planeta (México, China Popular). Se planea la comprobación de la inexistencia de un movimiento artístico que cale y remueva la sensibilidad reflexiva de nuestros pueblos. Los artistas plásticos latinoamericanos, en la especialidad de pintura, devienen en la pacificitud y hasta en el conformismo y continuismo, antes que en su engarce en una dinámica de remoción de la conciencia activa y transformadora de la sociedad. Se encuentran más preocupados por explorar los interiorismos propios, por ejercitarse con íconos o símbolos del campo visual usando hasta cintas adhesivas, o, seguir con la propuesta tecnicista de las instalaciones; que por proponer auténticos cambios expresivos y humanísticos en el arte contemporáneo. Las artes plásticas deben de volver a ser útiles y eficaces actividades encausadoras del proceso de transformación integral de nuestras sociedades.
En nuestros pueblos latinoamericanos se ve una ausencia notable de interés por valorar los productos artísticos de alta categoría reflexiva (las obras de arte). Se verifica que nuestros pueblos no asisten a las salas de arte (galerías, conciertos, recitales). Tampoco se interesan por valorarlas en su real dimensión. Sucede en Argentina, Cuba, Chile, México, Perú, por citar sólo los ejemplos que, como muestra, se enfocan en este artículo.
Puede entenderse que esto se debe a la ausencia del cultivo de paradigmas educativos. Igualmente puede entenderse que existen en nuestros pueblos otras prioridades, como las económicas o puramente políticas. Todo ello es comprensible en un sub continente en donde la sobrevivencia representa el mayor valor que cualquier otra necesidad espiritual y humana.
Mas, también puede interpretarse, con toda verificación, que América Latina pasa por el correlato común de experimentar el mismo manejo teórico de la tendencia socio económica que hoy se esparce por todo el planeta: el neoliberalismo.
Demás está decir que la influencia ejercida por esta corriente asumida desde el plano político, es vasta e insostenible, al menos hasta ahora. Una de sus influencias se constata, precisamente, en los productos artísticos, en la vida de sus autores, en la marcha misma de la corriente artística en donde se ubica y desarrolla.
Remoción de conciencias y paradigmas
Los productos artísticos afloran todos los días. Todos los días afloran nuevos artistas con nuevas propuestas. Existe una dinámica creativa constante. Lo que no se ve, lo que no se comprueba es un producto cualitativamente constructivo y activo, que registre la capacidad de remover las conciencias de los observadores no necesariamente entendedores de la materia.
Lo que no se ve es el cambio de paradigma artístico. No hay, en la actualidad, un movimiento generador de nuevas ideas y propuestas, que instiguen a la apertura de una nueva corriente artística, de tal modo que procure remover las fibras reflexivas más sensibles de la gente. Como muestra citemos el actual arte mexicano en donde después de la gestión muralística de mediados del siglo XX, los artistas plásticos destacan por sus planteamientos técnicos, en algunos casos, y, por el facilismo temático en otros casos. Se enfoca en líneas siguientes.
Por sí solo ese paradigma artístico sería incapaz de ese acto generador. Debe de surgir de una atmósfera social sacudida en sus mismas entrañas por poderosos objetivos de transformación integral. Más, puede también promoverla. Puede incitarla, puede estimularla y convertirse en uno de sus gestores más dinámicos, al lado de otros movimientos no necesariamente culturales, sino esencialmente políticos e ideológicos.
Hace falta un movimiento pensante, renovador o innovador, que, desde la ciencia misma o desde la realidad misma, participe con la claridad de su teoría y con incidencia imprescindible, en la construcción o reconstrucción de un movimiento estético, en las artes plásticas de nuestra América Latina, poseedor de esa energía creativa promovedora de una transformación constructiva e integral de actitudes en los miembros de sus sociedades.