Al profundizar en la escena contemporánea y en los diferentes circuitos artísticos es cuando encontramos una serie de distinciones de arte y de artista. Podemos definir tres grupos principales (Frigeri, 2011): arte erudito, arte de masas y arte popular. Hemos de tener en cuenta que estos grupos no se producen en su forma más pura, sino que se mezclan de manera suave.
El arte erudito o culto nos dice que el artista, normalmente un individuo, tiene una o varias capacidades particulares y cierta genialidad para producir obras originales. Dentro de este grupo, el artista es una persona cultivada, formada en determinadas prácticas, de forma que las obras que realiza son expuestas en espacios para este fin: museos, teatros, auditorios, etc.
Es un arte exclusivo, ya que su objetivo es llegar a un determinado público con la capacidad y el conocimiento previo para poder acceder a él. Es por eso que el arte erudito también se llama arte elitista.
El arte de masas define el artista a partir de la circulación y el consumo de los productos artísticos. En el artista prima el nivel de popularidad, asegurarse que su trabajo es conocido y disfrutado por el mayor número de personas posible. El objetivo principal de ese tipo de arte, de hecho -frente al arte erudito- es, precisamente, llegar al máximo número de personas. Para este objetivo juegan un papel central los medios de comunicación y su función como altavoces responsables de la transformación de los individuos o de los grupos en artistas.
El arte popular está íntimamente relacionado con un contexto social y cultural específico y con la comunidad en la cual se desarrolla. Se puede decir que, en el arte popular, el artista no destaca por su originalidad o genio. El artista se define por la creación de un producto artístico relevante para la comunidad a la cual va dirigido, es decir, expresa artísticamente una idea colectiva. La función social del arte adquiere importancia, ya que su producción podría favorecer acciones para cambiar las situaciones descritas simbólicamente por el mismo. El artista no es un individuo iluminado. La capacidad creativa pertenece a una comunidad, a un grupo con visiones y talentos diferentes que comparten el mismo contexto social donde viven las mismas riquezas y carencias.